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River pegó primero

Con un penal (vía VAR) de Borré y un golazo de Nacho Fernández, el conjunto millonario le ganó 2-0 a Boca y le hizo precio. El finalista se definirá dentro de 20 días en la Bombonera.

Rafael Santos Borré e Ignacio Fernández, autores de los goles frente a Boca.


En el Monumental, los dirigidos por Marcelo Gallardo fueron más que el Boca de Alfaro y ya se especula que la ventaja obtenida en la ida, pueda ser decisiva. Ya no quedan adjetivos para describir al equipo del muñeco, estas instancias al conjunto de Núñez le vienen como anillo al dedo, es un equipo que sabe jugar estos tipos de partidos y anoche mostró una clara superioridad en el juego y se impuso frente a un Boca vacío de ideas, falta de precisión y un juego defensivo que le costó caro.

Muy rápido se quemaron todos los papeles. Corrían dos minutos de juego, el olor a pólvora de los fuegos artificiales no se había disipado aún y la defensa de Boca no era esa fortificación que había mostrado un mes atrás en el mismo escenario. También se hizo notar anoche en el Monumental.

Ya se había revolcado Andrada ante un remate de De La Cruz, cara a cara, algo que parecía impensable a la luz del recuerdo de la Superliga. Un primer round a favor de la intensidad sobre el blindaje. River y Boca empezaban a escribir una historia distinta: ningún partido es igual a otro.

Fotos de lo que dejó la primera Semifinal de la Conmebol Libertadores 2019.


Entonces apareció el VAR. A su manera, tal vez sudamericana, se tomó tres minutos en avisarle al árbitro que un cruce de Mas sobre Borré merecía una sanción. Cuestión que el penal se pateó casi cinco minutos después de la infracción y a los 7 minutos empezaba otro partido.

Se volaron los apuntes, sí. Ni Gallardo ni Alfaro imaginaron un arranque como lo fue. Por lo que se había visto hasta allí, Boca no tenía pensado replicar con fotocopia lo hecho en el 0-0 del 1 de septiembre. Parecía pararse unos metros más adelante, se mostraba más confiado en sus posibilidades ofensivas y menos preocupado por atrincherarse.


Los resultadistas dirán que lo pagó caro. Pero lo que más caro que pagó fue su falta de reacción y su carencia de un plan alternativo. River en cambio salió a hacer lo que más sabe y más le gusta. Atacar. Sin misterios. No hubo esta vez un toque mágico de Gallardo, aunque la fidelidad y la confianza en una identidad desequilibran por encima de un buen planteo táctico. Si el rival no ofrece espacios, hay que generarlos. Abrió enseguida una grieta dentro de un área que se suponía no tenía agujeros y, sobre todo, golpeó a Boca en lo anímico.

No se puede asegurar cómo hubiera sido el partido sin ese comienzo furioso, pero sí sabemos que el partido que nació parido por el penal muy bien ejecutado por Borré, se salió del guión original y la diferencia la hizo el que supo seguir jugando.


Enzo Pérez, un cinco distinto, disfrutó de una libertad que no había tenido en aquella tarde de septiembre, error de Boca. Fue figura conduciendo desde atrás, eligiendo siempre bien, ordenando un medio campo que en el primer tiempo fue una zona de imprecisiones de los dos lados y que alumbrado por la inteligencia del mendocino fue inclinando la balanza con claridad hacia River.

Sobre los diez minutos del segundo tiempo, Alfaro apostó por Tevez, “el enemigo” elegido por los más de 70 mil hinchas locales y exclusivos. Salió Soldano, a quien también le quedaría cómodo el apellido Soldado, porque juega (o hace lo que puede) de donde lo ponga el técnico, ya sea de volante o delantero y resultó ser la única víctima del equipo de la rivera.


Boca no logró generar sociedades entre Bebelo Reynoso y Mac Allister, nunca se amigó con la pelota, aunque la necesitaba desde el minuto siete. Esta vez no tenía excusas. En el partido de la Superliga, un mes atrás, no quiso saber nada con el balón; esta vez no pudo hacer con él otra cosa que lanzarlo hacia un Wanchope que solo una vez pudo generar una situación de riesgo.


Sin embargo, Gallardo entendió que la paciencia es una virtud, pero también que el 1-0 no garantiza el triunfo. River sí controlaba el útil necesario, jugaba por afuera, hacía la cancha más ancha pero le faltaba ser lo suficientemente profundo. Es por eso que metió mano en en el banco de suplentes.


Lo logró enseguida, con la aparición de Nacho Fernández tras pase de Suárez para definir como centrodelantero. El negocio estaba por afuera, pero había que pagar la cuenta en el área, conseguir ese tan ansiado 2-0 que te de una cierta tranquilidad.

Si Boca no hacía pie hasta ese momento, ahora ya resbalaba con peligro. Salvo Andrada. El arquero sufrió dos goles, una rareza en estos días, pero evitó otros, incluso tuvo atajadas notables en acciones invalidadas por fuera de juego.


Pudo ser peor para Boca y tal vez en River pocos imaginaban que podía ser mejor. El 2-0, acompañado del valor que ofrece convertir como visitante, cotiza en alta pensando en una nueva final. Pero más allá del resultado, River y Boca se fueron con sensaciones demasiado distintas según lo que evidenciaron en la fría noche del miércoles.


Se quemaron los papeles muy temprano, pero el equipo de Marcelo Gallardo le vuelve a generar un trauma, en este caso al Boca de Alfaro.

River Plate-Boca Juniors (2-0) | Goles | Semifinal IDA | Conmebol Libertadores 2019.


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