El director argentino estrenó el último jueves su nuevo film de "terror", y en Punto Noticias te contamos, sin spoilers, si vale la pena
El club de los perdedores vuelve a juntarse luego de 27 años de la mano de Andy Muchietti, que vuelve a ponerse al frente de un fenomenal reparto. James McAvoy, Jessica Chastain y Bill Header son algunos de los notables actores que encarnan la versión adulta de los niños presentados en la primer entrega.
La película en sus extensas 2 horas 50 minutos de duración, se toma su tiempo para ir presentando nuevamente a los personajes y el qué fue de sus vidas. Tiene este desarrollo en toda su extensión, contándonos mini historias propias de cada uno que luego, bajo un escalofriante contexto los vuelve a reunir hacia el final. Muschietti utiliza cada instante para recordarnos por qué y para qué los personajes están ahí hasta el hartazgo, poniéndonos siempre frente a la situación de que Pennywise el payaso ha regresado y pretende saldar cuentas con los perdedores.
Esta fórmula que hace énfasis más en el corazón que en los nervios del espectador funciona, antes que el guión de Gary Dauberman, por unos actores orgánicos, naturales y que hacen que nuestra conexión con ellos sea instantánea. Bill Header quien interpreta al Richie adulto, fue quizás el más aplaudido en todas las salas del mundo, dejando en segundo plano las actuaciones de los principales protagonistas, Jessica Chastain y James McAvoy. Se robó el foco de la función y es el eje central que provoca reacciones postivias frente a esta historia y su forma de plantearla. No es necesario hablar de la gran performance de Bill Skarsgård en su interpretación como Pennywise. Una vez más deja ver lo excelente actor que es y el gran control que tiene sobre su cuerpo, que junto con un logrado maquillaje nos da un payaso que por si solo pone los pelos de punta.
Si se pasa por alto que vamos a ver una película de terror saldremos con muy buenas sensaciones y es que el balance entre terror y humor es muy desigual. La película no contiene susto alguno, sino que apuesta por el sobresalto y la sensación de asco e incomodidad que producen las situaciones y numerosos monstruos que desfilan por la cinta. Esto es responsabilidad del guionista mencionado anteriormente, al que Warner ha dado su confianza y que una y otra vez cometió este error. Tanto en It, como en Annabelle, nos dan situaciones muy predecibles para una película de terror y hay momentos excesivos de humor en escenas que donde tendría que reinar siempre la tensión aparece una broma.
En cuanto a efectos especiales, apartado duramente criticado por algunos portales de entretenimiento, en esta redacción vamos a dale el visto bueno, los efectos en CGI son correctos en la mayoría de los pasajes de la última adaptación del maestro del terror literario. La cantidad de escenas representando miedos y situaciones de pesadilla ameritaban el uso de tecnología por computadora.
La película está cargada de referencias a iconos de la cultura pop, pero lo que más sobre sale son aquellas referidas a nuestro país. El director quiso dejar clarísimo que esta película es obra de un compatriota. Fíjense en el creador de It, Stephen King cuando la vean. Es algo menor, pero orgullosos como somos, sin duda es un plus para dejar aún mayor sabor de boca en las salas de Argentina.
En definitiva, la película es muy disfrutable, de una gran experiencia y será validera si se aprecian todos sus aciertos antes que sus defectos, además de asumir que verá una buena historia sin tanto miedo. Al tener mayor presupuesto, podemos decir que recae en los mismos aciertos y desaciertos que su primera parte y que es más de lo mismo pero mucho más grande.
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